ENERGÍA VITAL
Enfermedad es falta de energía.
Enfermedad es falta de energía, en teoría es fácil obtener energía simplemente comiendo… y haciendo deporte, claro está.

El problema es que una persona enferma habitualmente no dispone de energía para correr una maratón, y tampoco del suficiente oxígeno para que se tengan lugar todos los procesos del sistema inmune en el cuerpo.
Por otro lado, los microbios o los virus son capaces de multiplicarse mucho más rápido de lo que nuestro sistema inmune puede eliminarlos a través de un proceso de oxidación con cloro (!) llamado fagocitosis.
En realidad existe una carrera contra reloj cuando tenemos una infección, ya sea vírica o microbiana.
Podemos observar en la llama del fuego que aunque utilicemos la misma cantidad de gas en ambos casos, sólo si hay suficiente oxígeno presente, la llama del quemador es azulada y mucho más caliente, que la llama amarilla sin oxígeno. Nuestro cuerpo con tal de generar energía utiliza la oxidación para tener una combustión óptima.
Al mismo tiempo, la oxigenación ayuda a mantener el equilibrio alcalino-ácido necesario para su buen funcionamiento.
Los glóbulos rojos o hematíes de la sangre, transportan este oxígeno tan necesario.

El dióxido de cloro es capaz de hacer lo mismo, no es otra cosa que sal iónica y oxígeno visto de manera simplificada. Al igual que los glóbulos rojos, es capaz de almacenar el oxígeno y al igual que la sangre, lo libera en las zona más ácidas, disociándose, cuando se desintegra la molécula de dióxido de cloro -durante el proceso de oxidación- en sal por un lado, y en oxígeno por otro lado.
Esta desintegración, libera muchísima energía electroquímica, que a su vez elimina los patógenos ácidos de nuestro cuerpo, convirtiéndolos en “cenizas” alcalinas.
Nuestra células no están afectadas, se defienden con glutation y son capaces de disipar cargas eléctricas.